No pude contenerlo mucho más. Siempre creí que ser el «mejor hombre» era sobreponerse a las adversidades y ofrecer lo mejor de uno en toda circunstancia, incluso si éstas te golpean cada día de la misma forma. Viviendo en la misma secuencia una y otra vez era inesperado encontrar resultados distintos.
Hoy no. En tiempos anteriores cuando decidí ocultar mis ganas de sentir ira, rabia, odio o repulsión, siempre terminaba peor de lo que esperaba, incluso hospitalizado. Hoy batallo la sensación de que si dejo libre todos estos sentimientos, le doy lugar a que mi esencia de siempre buscar lo mejor en cada acción se desvanezca y abra paso a emociones menos admirables.
Las palabras que no se pueden decir. Las palabras que no puedo obligar a nacer, sobre los sentimientos que nunca se gestaron.
En ningún momento fui parte de esto. Nunca fui una razón de las circunstancias actuales. Estaba listo para algo más grande. Pero estaba solo. No me quedaré aquí mucho tiempo, la naturaleza de quien soy y espero ser me tendrán de vuelta buscando lo mejor en mí y los demás. Por hoy, me permito negarlo.
Es una balanza difícil de mantener. Debería dejar al menos un par de días para que estos sentimientos me consuman y decir lo que estoy esquivando. Por mucho que quiera evitarlo, por mucho que pueda dañar. Descargar las palabras aquí simplemente no es suficiente. Incluso cuando las verdades que se ocultan detrás de mis razones no me corresponden a mi indicarlas, las sé, existen, como las que estoy guardando ahora, mientras espero que el triunfo de lo oculto salga a la luz.